Monday, January 19, 2015

Sabias que, Tu forma de caminar determina tus pensamientos?

Para Reflexionar...


Cuando nos sentimos tristes, este estado de ánimo se refleja en nuestro cuerpo a través de una serie de cambios sutiles:



Cuando nos sentimos tristes, este estado de ánimo se refleja en nuestro cuerpo a través de una serie de cambios sutiles: la expresión de nuestro rostro cambia, nuestros hombros caen, la espalda se encorva ligeramente y nuestros movimientos son más lentos. De la misma manera, cuando nos sentimos felices también lo expresamos con nuestro cuerpo y cambiamos la forma de movernos. 

Por eso, investigadores de la Witten Herdecke University, en Alemania, se han preguntado si podemos ser más positivos simplemente cambiando nuestra manera de caminar. Ni cortos ni perezosos se dieron a la tarea. Reclutaron a 39 personas y les dieron una lista compuesta por una serie de palabras positivas y negativas. Después de leerlas, todos debían caminar sobre una cinta. 

Mientras caminaban, los investigadores observaban la postura y los movimientos de cada participante. En este punto, a algunos les iban dando instrucciones sobre cómo debían caminar, por ejemplo, el “modo feliz” implicaba que echaran los hombros hacia atrás, que tuviesen los brazos más distendidos, la cabeza erguida y balancearan más el cuerpo. A otros les daban las instrucciones opuestas, de forma que adoptasen la forma de caminar típica de quien se siente triste y deprimido.

Después de 8 minutos de paseo por la cinta, les pidieron que recordaran la mayor cantidad posible de palabras de la lista que habían leído. Así se pudo apreciar que aquellos que habían adoptado una forma de caminar “feliz” recordaban un mayor número de palabras positivas, mientras que quienes habían caminado con un estilo “triste” recordaban más palabras negativas. Específicamente, quienes caminaban en “modo feliz” recordaban el triple de palabras positivas. 

Estos resultados corroboran investigaciones anteriores que apuntan el hecho de que cuando nos sentimos tristes y deprimidos tenemos una tendencia a centrarnos en los aspectos negativos de las situaciones y recordamos más eventos más dolorosos, es lo que se conoce como “estado mental depresivo”. Cuando entramos en este estado mental, nos sumimos en un bucle de negatividad del cual es muy difícil salir, es como si nos pusiésemos unas gafas grises y viésemos el mundo a través de ellas, pero sin saber que las llevamos puestas. 

No obstante, lo más interesante del experimento es que cambiando simplemente nuestra forma de caminar podemos romper ese círculo vicioso. De hecho, no es el primer estudio que nos demuestra que pequeños cambios en nuestra postura o expresiones nos pueden hacer más o menos felices, moviendo nuestro pensamiento en una u otra dirección. Por ejemplo, se conoce que fingir la sonrisa puede mejorar nuestro estado de ánimo. ¿Por qué? 

La explicación es muy sencilla: nuestro cerebro está monitorizando constantemente nuestro cuerpo y movimientos, es lo que se conoce como “embodied cognition”, un modelo teórico según el cual, nuestros estados de ánimo y pensamientos no solo se reflejan sobre el cuerpo sino que nuestros movimientos también inciden en nuestro estado de ánimo y forma de pensar. Es una relación bidireccional. Por tanto, cuando sonreímos o adoptamos una postura relajada, le estamos enviando un mensaje muy claro a nuestro cerebro: nos sentimos a gusto, estamos felices. 

Por: Jennifer Delgado & http://www.rinconpsicologia.com/ 

Wednesday, January 7, 2015

10 TIPS para tomar mejores decisiones


Estamos tomando decisiones continuamente, aunque a veces ni siquiera somos conscientes de ello...


Estamos tomando decisiones continuamente, aunque a veces ni siquiera somos conscientes de ello. A lo largo del día tomamos decenas o incluso cientos de decisiones, algunas no tienen mayor importancia pero otras pueden marcar irremediablemente la derrota de nuestra vida haciéndonos tomar una u otra dirección (Efecto Mariposa).

Sin embargo, lo curioso es que en el momento de tomar la decisión solo tenemos en cuenta los factores más obvios, cuando en realidad, detrás de una decisión se esconden múltiples determinantes. Obviamente, centrarnos en los aspectos más visibles nos puede llevar a tomar decisiones de las cuales después podemos arrepentirnos.

¿Cómo tomar mejores decisiones?
No existe una varita mágica que nos ayude a tomar buenas decisiones, nunca estaremos seguros al 100% pero podemos poner en práctica algunas estrategias que ampliarán nuestra perspectiva, nos harán reflexionar y nos permitirán decidir con mayor conocimiento de causa.
1. Piensa en términos de oportunidadesCuando vamos de compras, por ejemplo, pensamos en términos de “comprar” o “no comprar”. Esta perspectiva nos lleva, ineludiblemente, a comprar algo. Sin embargo, todo cambia si pensamos en términos de ahorro, si pensamos que el dinero que no empleemos en adquirir un artículo podemos invertirlo en algo que nos puede reportar una satisfacción mayor. Por eso, cuando vayas a tomar una decisión, no pienses en términos de “todo o nada”, piensa en términos de oportunidades futuras. 

2. Maneja diferentes opciones. Las grandes empresas, cuando tienen entre manos un buen proyecto, no apuestan por un solo jugador, al contrario, amplían sus opciones dándole el mismo encargo a diferentes personas, de esta forma logran tener distintas perspectivas del problema. Como consecuencia, pueden elegir el camino que les resulte más conveniente. En nuestra vida cotidiana podemos aplicar ese razonamiento y, en vez de limitarnos a las opciones más obvias, deberíamos aprender a ampliar nuestra perspectiva.

3. Pídele a alguien que resuelva el problema. A menudo los problemas llegan con una gran carga emocional, en esos casos nos resulta difícil encontrar diferentes soluciones. Sin embargo, un observador externo tiene la mente más limpia y menos contaminada por los prejuicios por lo que puede darnos ideas muy valiosas que ni siquiera habíamos tenido en cuenta. Recuerda que a menudo las mejores ideas provienen de personas completamente ajenas al contexto del problema así que cualquier opinión es digna de valorar.

4. Recurre a las analogías. Es difícil desligarse de nuestros patrones de pensamiento, que a menudo se convierten en una cárcel que limita nuestras perspectivas. Para desmarcarse de los estereotipos y tomar una buena decisión, podemos recurrir a las analogías. Por ejemplo, los creadores de los trajes de baño Speedo tenían el encargo de crear una prenda que ofreciera menos fricción en el agua. Cuando se sintieron atascados, usaron las analogías y comenzaron a pensar en las cosas que se movían muy rápido en el agua, como los torpedos y los tiburones. Así encontraron su fuente de inspiración.

5. Considera una alternativa radicalmente opuesta a tus creencias. Cuando nos enfrentamos ante una disyuntiva y debemos decidir, las opciones que se vislumbran en nuestro horizonte están profundamente mediatizadas por quiénes somos, por nuestros valores, creencias y metas. Sin embargo, imagina por un momento que eres una persona completamente diferente, ¿qué decidirías? No se trata de que adoptes una solución con la que no te sientas cómodo pero al considerar alternativas tan diferentes a tu forma de pensar habitual, puedes encontrar un punto medio que antes no habías considerado.

6. Aplica la técnica 10/10/10. Esta es uno de mis trucos favoritos para tomar decisiones. Antes de decidir, piensa en cómo te sentirás durante los próximos 10 minutos, 10 meses o 10 años, en dependencia del alcance de la decisión que debes tomar. Así podrás desligarte de las emociones que estás viviendo y focalizarte en las consecuencias. Si una decisión te hará sentir muy mal o culpable en el futuro, es mejor que tomes otro camino.

7. Limita las opciones. A veces, el problema de tomar decisiones radica en que tenemos demasiadas opciones. De hecho, en diferentes experimentos se ha demostrado que cuando tenemos muchas alternativas, solemos sentirnos desconcertados y aumentan las probabilidades de elegir el peor camino. Por tanto, en ocasiones es conveniente que limites la cantidad de alternativas que tienes a tu alcance para que puedas centrarte en los pros y contras de cada una de ellas.

8. Pon a prueba las diferentes alternativas. En vez de lanzarse al vacío, es recomendable ir paso a paso, con la seguridad y la tranquilidad que ello reporta. Pon en marcha pequeños experimentos que te permitan vislumbrar cómo funcionan las diferentes opciones y cuáles son sus consecuencias. Por ejemplo, antes de elegir una carrera, puedes pasar algunos días con un profesional, que te muestre las interioridades de la profesión. Se trata de comprobar en carne propia cómo nos haría sentir un camino u otro.

9. Imagina el peor escenario posibleNo se trata de asumir una actitud catastrofista pero es conveniente que antes de tomar una decisión, estemos preparados para un fracaso. Por eso, imagina el peor escenario posible. ¿Cuáles son las probabilidades reales de que ocurra? Si no eres capaz de lidiar con esas consecuencias, será mejor que tomes una decisión más cauta. A veces, no arriesgar significa ganar.

10. Satisface tus prioridades. Tomes la decisión que tomes, lo más importante es que te sientas satisfecho. Eso se logra alineando tu decisión con tus prioridades. Antes de decidir, piensa si tu próximo paso te acercará o te alejará de tus prioridades esenciales. Así evitarás sentirte defraudado dentro de poco tiempo.



No obstante, la regla de oro en el momento de tomar decisiones es solo una: decide, no dejes que los demás decidan por ti.


Por: Jennifer Delgado & http://www.rinconpsicologia.com/ 


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